mi cadáver yacía bajo un Drago
atravesado
por sus raíces
que cruzaban mi frío cuerpo como una daga.
el rocío de las mañanas
caía de mis ramas
y eran lágrimas recordando
mi aciaga vida pasada.
en uno de esos amaneceres
un cuervo se posó sobre el árbol
y con pereza
picoteó
para coger una oruga
y tragó
parte de la corteza.
el ave echó
a volar
y se posó
en tu ventana,
había ingerido parte de mi alma,
y cuando al despertar
abriste de par en par
el cuervo entró
y se comió
TUS OJOS.
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